jueves, 5 de abril de 2012

ENCUENTROS


Cuantas personas nos encontramos a lo largo del día, con cuantos desconocidos cruzamos las miradas, en el metro, en la calle, en el supermercado, y así en una interminable lista de lugares que marcan nuestro día a día.
Es imposible saberlo. Somos muchos y conocemos a muy pocos.

Me gusta observar a todos esos desconocidos, me gusta imaginarme sus vidas, me gusta inventarles historias, que tipo de música escuchan, porque sonríen, porque están serios, porque tienen la mirada perdida, y una larga lista de situaciones movidas por mi imaginación.
Pero con lo que más disfruto son con los momentos en que mi mirada se cruza con la de algún hombre atractivo, y entonces, en ese preciso momento, yo dejo de ser yo y me convierto en una mujer imponente, de amplias curvas y un claro olor a sexo, cosas que juntas hacen que ese desconocido no deje de mirarme, y que su mirada sea puro deseo.

Como me gustaría que alguna de las veces todo lo que imagino se haga realidad…soñar se convierte en respirar. Y dentro de esos sueños están los otros, los que fijan mi existencia y me esclavizan.

Y así son mis días, espacios de tiempo donde mi imaginación toma el control de todos y cada uno de mis sentidos en los momentos permitidos, todos aquellos en los que el trabajo no existe. Y navego, navego por lugares remotos, por bares desconocidos, por asientos de tren desocupados, por camas de hoteles sin detalles. Puedo imaginar una misma escena mil veces, mil días, repitiéndola como una secuencia sin fin, como un bucle eterno, mejorándola, cambiándole los diálogos, haciéndola más intensa o más ligera dependiendo del momento del día y del estado de animo. De repente un día me canso, y una historia nueva entra en acción en mi cerebro.

Los hombres que me cruzó son historias del momento, son sueños que se evaporan como vienen, de manera rápida, no dejan huella, no hay marca en ellas, solo excitación.

Y luego están las otras, las fijas, todas ellas marcadas por una constante de ojos grises, por el hombre de mis sueños, sin rostro pero con claros rasgos definidos que hacen de él un ser único, el amo de mis sueños, el dios de mis pesadillas.

Bajo el sonido repetitivo de una sueva melodía dibujo con mis labios su mandíbula firme y fuerte para seguir un camino que me lleva a su mejilla, pasando por su nariz, sus parpados caídos de pestañas que simulan abanicos, su frente adornada con mechones de cabello que caen desordenados, sus ojos profundos llenos de tormentas y por último sus labios gruesos y apetitosos que atraen como el agua en el desierto, que me atraen y me pierden momentos eternos, horas dedicadas a un único propósito, hacerle realidad. Su cuerpo es otro eje en mi vida, brazos, pectorales, abdominales, espalda, todos ellos rozando la perfección dentro de mis parámetros. Y se  convierte en mi amo, el domina mi subconsciente, para acabar convirtiéndose en mi pesadilla, cuando despierto, cuando vuelvo a la realidad y me doy cuenta que no existe para mi, que me cerré las puertas a tener su presencia, y es en ese preciso instante que el vacío llega a mi.

Y vuelvo a empezar porque es la única manera que encuentro de llenar ese hueco en mi alma. No quiero ponerle nombre, pero se que es una enfermedad. Mi obsesión, mi vida. Se ha convertido en una constante, en un bucle eterno, en un camino sin final.

2 comentarios:

  1. Te encuentro un pelín casquivana. ¿Has pensado en poner un amante de un día en tu vida? Puedes conseguirlo en la red, je, je ....

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    1. La mente esta para imaginar lo que no tenemos. ¿Quién no quiere un hombre 10 en su vida?

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